La Candelaria

Por otro lado, los diablos también representan a esos personajes míticos que habitan en las minas. Recordemos que Puno es una zona tradicionalmente minera, y la Candelaria es la virgen que lucha contra los demonios y protege a los trabajadores de los socavones”.

Los orígenes de la leyenda

Doce mil hombres se apostaron en las alturas de la villa de Puno, cercándola. Los sitiadores eran liderados por el caudillo aymara Túpac Catari, junto con el rebelde Pedro Vilcapaza, de Azángaro, continuador de la lucha de Túpac Amaru. Eran los primeros meses de 1781 y los rebeldes intentaron tomar la ciudad para reducir este bastión del virreynato y preparar su ataque a la actual ciudad de La Paz.

Diablo - La Candelaria
El reducido número de pobladores observaba cómo bajaban las huestes desde Huajsapata, Yurac-Orco y Orcapata, en las afueras de la villa. En las pequeñas escaramuzas los habitantes de la villa puneña se defendieron con el mayor coraje posible, pero su inferioridad numérica no les daba mayor chance en la contienda. En su desesperada situación, los pobladores optaron por sacar a la virgen, cuya imagen se veneraba en la Iglesia de San Juan, en procesión. Tras implorarle su protección durante toda la noche, los pobladores observaron, atónitos, cómo los enardecidos sitiadores abandonaban el lugar.

Habla la tradición popular

La anterior, es la historia que más ha trascendido en la tradición popular. La misma que fue rescatada por el estudioso Enrique Cuentas Ormachea en su libro “Presencia de Puno en la Cultura Popular”. Sin embargo, hay otras historias. Las tradiciones dicen, también, que en aquella misma ocasión, durante la procesión matinal, las andas de la virgen empezaron a brillar con gran intensidad, encegueciendo a los sitiadores y al mismo tiempo éstos fueron víctimas de un terrible espejismo: un enorme ejército a caballo llenaba la ciudad y sus armas brillaban también intensamente. Ante esta visión, las tropas de Túpac Catari se replegaron. Al mismo tiempo se dice que en las afueras de la mina de Laikakota, en 1675, el español don José Salcedo mandó derribar las casas de los mineros que se encontraban en las bocaminas. Pero dicha orden no se pudo cumplir: los mineros vieron a una virgen envuelta en llamas (“candela” en el giro popular) luchando contra el demonio. La visión de este milagro desanimó a Salcedo y desde entonces nació el culto y el nombre de la milagrosa virgen. Como apreciamos, durante toda la festividad Puno se rinde y se transforma, la ciudad es sitiada por imágenes divinas que finalmente son una representación de nuestro propio cielo e infierno, una inolvidable expresión de color y fe, un motivo más para sentirnos orgullosos de las maravillas que nos reserva nuestra cultura popular.

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